“Tengo un problema: desde muy chica confundo la izquierda con la derecha…”
Lupe, una argentina emigrada a Cataluña durante la crisis del 2001, se despide de su marido y de sus dos hijos pequeños en Barcelona. Viaja para visitar a su madre durante unas cortas vacaciones en la costa atlántica argentina.
Debido a una dislexia leve, Lupe no puede diferenciar la izquierda de la derecha, y las huellas de la memoria impresas en ese viaje la obligan a buscar las causas de su problema por fuera de la psicología y la anatomía: la desorientación que sufre puede provenir de la historia reciente de la Argentina.
Intenta repetir entonces rituales que marcaron su infancia: desde tomar un tren que ya no para en pueblos abandonados de la pampa, hasta un bautismo submarino que tiene algo de búsqueda identitaria: ¿Qué significa, ahora, ser argentino? Quizás la respuesta esté oculta en el fondo del mar.
Hacia el fin del viaje, Lupe piensa en volver a la Argentina. Sin embargo, todos los involucrados, dentro o fuera del país, le indican que el lugar que ella construyó en su mente ya no existe.
Una historia personal que se dibuja a la sombra de otra colectiva, ambas profundamente disléxicas.